Hoy me encontré con un conocido al cual hace mucho no veía.
Me preguntó que hacía de mi vida y le conté sólo un poco. Entonces soltó la frase matadora:
Vos sí que tenés suerte…!
Y yo lo miré, parada en medio de la estación de trenes a las
10 de la mañana, los pelos chorreando agua porque llovía a cántaros y me había
mojado hasta las medias, levantada desde las 6 am, rumbo a la segunda reunión
del día, mientras en el camino enviaba y respondía mails desde el amanecer.
Quise decirle que no, que no era suerte, que era constancia, sacrificio, que
comienzo mi día laboral al amanecer y lo termino a las 10 pm con suerte porque
me apasiona lo que hago y me gusta hacerlo bien, que para escribir que es mi
primer pasión, le saco horas al sueño y por ahí escribo a las 4 am o a las 12
de la noche(duermo 5 horas por día la mayor parte de las veces y de vez en
cuando, caigo a plomo sobre la cama y si duermo 8 horas seguidas porque el
cuerpo ya no me da más, esas 8 horas son el paraíso). Que
además soy madre e hija, e intento ser lo mejor que puedo como persona, aunque
a veces me no me salga tan bien como quisiera, dándole tiempo a mi madre, mis hijos, a mis amigos, escuchándolos,
apoyándolos en sus sueños, acompañando a la más pequeña hasta cualquier hora
mientras estudia, llevándola al colegio, limpiando la casa, haciendo la comida,
lavando la ropa, todas esas cosas que hacemos las mujeres solas e
independientes que luchamos a diario en este país campeando los aumentos, las
crisis económicas, políticas y sociales, calladitas y sin emitir queja alguna, porque
no hay tiempo para quejarse se está en medio de la vida. No es mérito, es hacer lo que se debe hacer
cuando se agradece estar viva.
Más que suerte tengo sí, bendiciones:
Tengo unos hijos de los cuales no podría estar más
orgullosa.
Una madre que lucha a diario con su enfermedad y sigue
adelante a pesar de todo.
Amigos que me quieren y me apoyan en los momentos más duros
y aciagos y con los cuales no sólo puedo reír sino llorarme encima.
Tengo un techo , alquilado, pero es un techo que a Dios
gracias puedo pagar, en el cual nos refugiamos no sólo mis hijos y yo, sino mis
amigos cuando pasan momentos difíciles, o para confidencias y risas entre mates
y bizcochitos.
Tengo un trabajo que amo, que me gusta porque se relaciona
con mis sueños: libros, lectura y buenos compañeros de viaje.
Tengo la fuerza y la pasión para cada cosa que enfrento.
Y sobre todas las cosas, tengo humor casi siempre. Hoy no
particularmente porque de vez en cuando sucede que la vida desborda por un
instante, pero paro un poco, me acuerdo de todo lo logrado, me sacudo el polvo
de las rodillas y agradecida a Dios por las bendiciones, me pongo en camino de
nuevo.
La verdad que no le contesté nada de esto, llegó el tren y
corrí hasta la próxima reunión y seguí contestando mails en el camino.
Él se fue a su oficina en la zona de catalinas, donde cobra
un sueldo que supera 10 veces el mío, el cual tampoco gana por suerte, sino por
su propio esfuerzo y constancia.
La suerte no existe corazón, a lo que otros llaman suerte…yo le llamo
perseverancia, coraje y ganas de vivir y marcar la diferencia.
©Mercedes Mayol
Copyright 15 de abril de 2016 en la ciudad de la furia.