Hizo falta un virus para detener nuestro mundo y este mundo…
en verdad nunca fue solo nuestro.
Hizo falta un virus para darnos cuenta de que lo único constante
y real, es el presente, para comprender que no somos todopoderosos sino todo lo
contrario.
Que el dinero no vale nada si no estamos vivos.
Que somos tan frágiles como las alas de una mariposa y tan
insignificantes como una mota de polvo en medio de un desierto.
Hizo falta un virus, para mirarnos a los ojos y mirar
nuestro reflejo en el espejo sin poder huir a ningún lado por la prisa.
Hizo falta un virus para tener que estar a solas con
nosotros mismos y escuchar lo que durante años nos decíamos a gritos.
Hizo falta un virus para valorar a nuestros seres queridos y
disfrutarlos o darse cuenta que los estábamos padeciendo o que ese padecernos,
no era nuestro únicamente.
Hizo falta un virus para estrellarnos contra nuestra
honestidad y aceptar quienes somos y qué hacemos con lo que tenemos o darnos
cuenta… que ya lo perdimos.
Hizo falta un virus para darnos cuenta que lo único que está
en nuestras manos es lo que hagamos en este instante que ya pasó mientras
escribo esto.
Hace falta un virus…
©Mercedes Mayol