En
la bruma del tiempo
perdí
mi alma buscando senderos de una verdad sin nombre
Solté
las amarras y me até a la proa del navío de la nostalgia
Navegue
en mi piel, presentí tus labios
Y
encallé sin perdón en los puertos de la arrogancia
Me
encadené al deseo creyéndome reina
Y
con mis manos atadas me convertí en esclava
Busque
en mi reflejo los mares perdidos
Siguiendo
los ecos de las sirenas tristes atrapadas en el vientre de los Dioses del
destino
Busqué
ser libre
Me
envolví en las sombras
Caminé
sin descanso en los pasos ciegos que conducen a la gloria
Cubrí
mis ojos con el oscuro cieno
Y
acallé mi corazón para no escuchar sus ruegos
Para
no buscarte,
para
no sentirte,
para
olvidar que en mis sueños
tu
alma de ónice reclamaba encontrarme
Temí
no ser…
Huí
de mi…
de
ti…
de
un nosotros,
de
todos ellos…
Me
resistí a sentir, me resistí a vivir e inmolé mis sueños en la hoguera de los
miedos
Agotada
ya y sin rumbo regresé sobre mis pasos,
Arranque
mis alas…
Y
depuse las armas que en mi orgullo se habían enquistado…
Me
quité el disfraz, y ofrendé a la
Luna mis penas y derrotas…
Y
allí, desnuda y sin mas velos que la
desesperanza,
Me
abandone al sonido de una dulce aurora
Perdida
y temblorosa supliqué a la Diosa
que
liberara mi alma de su lecho de rosas,
Allí
donde tus manos acariciaban mis promesas
Y
fue al ver tu mirada
Al
presentir tu aliento
Que
la reina y esclava se desintegró en el viento
Pues
al rozar tus labios
Comprendí
que mi sino
era
ser el templo donde se gesta tu destino.
©Mercedes Mayol
Copyright 29-09-2011
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