Balance del año, positivo. Este fue un año complicado en muchos frentes, hubo momentos de calma, de ansiedad, de tormentas y tempestades por momentos muy jodidas, pero…este fue un año donde puse lo mejor de mí en cada desafío, día a día intenté vivir el hoy con lo mejor que tenía. Fue un año donde la amistad cobró un nuevo significado para mí, mucho más profundo, un año donde en los mejores y en los peores momentos, no estuve sola y me di cuenta de la diferencia radical que yace en desesperarse y ser contenida en un abrazo, a veces de cerca y a veces de lejos, o no recibirlo.
Este año aprendí a dejar la capa de mujer maravilla colgada en un perchero, y a comprender que no lo soy, que por el contrario, soy una mujer de carne y hueso, por momentos fuerte, por momentos frágil, por momentos loca, por momentos vulnerable y a ser feliz con ello. Aprendí que no importa lo que se tiene, sino lo que se hace con lo que se tiene. Aprendí sobre todas las cosas, a no tomarme tan enserio, soy un monigote por momentos y lo sé, y también soy feliz con ello.
Aprendí que puedo vivir con mucho, pero también con poco y puedo ser tan feliz de una manera como de otra porque tengo algo más valioso, gente maravillosa a mi lado, segundo a segundo compartiendo alegrías y tristezas.
Aprendí a ser más tolerante, a comprender que sólo tengo el presente y que cada minuto cuenta como único, que aquello que hago o debo hacer, es mejor hacerlo con pasión y alegría, que no sirve padecer sino disfrutar y dar desde el corazón.
Aprendí a dar en vez de esperar, a no querer cambiar el mundo que me rodea sino a hacer uno propio.
Aprendí a disfrutar de mi locura y estar orgullosa de ella.
Este fue el año de los afectos, afectos que me afectaron el alma de miles de maneras distintas, afectos que me dieron fuerzas cuando las perdía, que me sostuvieron cuando caía, que acompañaron mis risas y mis llantos.
Aprendí a decir no, y comprendí que nadie muere por ello, y no se pierde nada y se gana mucho sabiendo poner límites a lo que no nos hace bien.
Aprendí a decir SÍ con ganas, y a hacerme cargo de cada sí y cada no y de sus consecuencias.
Aprendí a asombrarme viendo a mis hijos crecer, florecer. Los vi seres extraordinarios, y aquella frase de “tus hijos no son tus hijos” también cobró significado, pues son únicos y con dones tan propios y particulares que me sorprenden pensando más de una vez ¿De dónde sacan estas capacidades extraordinarias? Y me enorgullece verlos así, diferentes a mí y a todos, ellos mismos y no copias fieles de un original que ni siquiera lo es.
A nivel profesional, más que contactos, he cosechado amigos, maravillosos y de fierro. He crecido, aprendido, luchado contra viento, marea y una situación de crisis económica que gracias o por desgracia, siendo argentinos, estamos tan acostumbrados y nos da una flexibilidad y resiliencia, como pocos países en el mundo, porque no importa lo que pase, ahí estamos, la seguimos remando aunque nos puteemos y no estemos de acuerdo en nada. Si hace falta, ahí estamos, hombro con hombro, solidarios y generosos y después de la tormenta, seguimos adelante a los gritos y discutiendo, pero si hace falta…estamos.
Aprendí que vivimos en un país en el cual esa amistad y espontaneidad de “che, estás? Paso a tomar unos mates”, así sin agenda ni cita previa, eso…, es lo que nos hace únicos.
Este fue el año de la amistad, de la familia, de esa que es de sangre pero sobre todo, de esa que uno siembra y elije a lo largo de los años, fue el año donde más crecí profesionalmente, pero sobre todas las cosas como ser humano.
Este fue un año difícil, pero aquí estoy, cansada y mucho, satisfecha, más viva que nunca y sobre todo más agradecida que nunca.
A todos aquellos que formaron parte de este año quiero decirles GRACIAS, así con mayúsculas, quiero decirles que agradezco a Dios cada día por haberlos puesto en mi camino, porque cada paso que di a vuestro lado, hizo de esta travesía algo épico e inolvidable, han enriquecido mi vida de maneras que son imposibles de imaginar. Me han llenado el alma, el corazón, la vida.
Así es que gracias por cada paso, por cada abrazo, por cada llamada, por cada momento compartido, de lejos y de cerca. Gracias por existir y vamos por otro día a día, dando lo mejor de nosotros mismos y compartiendo el alma, en este presente continuo llamado vida.
Salud! Y muy feliz año a todos. Que Dios los bendiga.
Este año aprendí a dejar la capa de mujer maravilla colgada en un perchero, y a comprender que no lo soy, que por el contrario, soy una mujer de carne y hueso, por momentos fuerte, por momentos frágil, por momentos loca, por momentos vulnerable y a ser feliz con ello. Aprendí que no importa lo que se tiene, sino lo que se hace con lo que se tiene. Aprendí sobre todas las cosas, a no tomarme tan enserio, soy un monigote por momentos y lo sé, y también soy feliz con ello.
Aprendí que puedo vivir con mucho, pero también con poco y puedo ser tan feliz de una manera como de otra porque tengo algo más valioso, gente maravillosa a mi lado, segundo a segundo compartiendo alegrías y tristezas.
Aprendí a ser más tolerante, a comprender que sólo tengo el presente y que cada minuto cuenta como único, que aquello que hago o debo hacer, es mejor hacerlo con pasión y alegría, que no sirve padecer sino disfrutar y dar desde el corazón.
Aprendí a dar en vez de esperar, a no querer cambiar el mundo que me rodea sino a hacer uno propio.
Aprendí a disfrutar de mi locura y estar orgullosa de ella.
Este fue el año de los afectos, afectos que me afectaron el alma de miles de maneras distintas, afectos que me dieron fuerzas cuando las perdía, que me sostuvieron cuando caía, que acompañaron mis risas y mis llantos.
Aprendí a decir no, y comprendí que nadie muere por ello, y no se pierde nada y se gana mucho sabiendo poner límites a lo que no nos hace bien.
Aprendí a decir SÍ con ganas, y a hacerme cargo de cada sí y cada no y de sus consecuencias.
Aprendí a asombrarme viendo a mis hijos crecer, florecer. Los vi seres extraordinarios, y aquella frase de “tus hijos no son tus hijos” también cobró significado, pues son únicos y con dones tan propios y particulares que me sorprenden pensando más de una vez ¿De dónde sacan estas capacidades extraordinarias? Y me enorgullece verlos así, diferentes a mí y a todos, ellos mismos y no copias fieles de un original que ni siquiera lo es.
A nivel profesional, más que contactos, he cosechado amigos, maravillosos y de fierro. He crecido, aprendido, luchado contra viento, marea y una situación de crisis económica que gracias o por desgracia, siendo argentinos, estamos tan acostumbrados y nos da una flexibilidad y resiliencia, como pocos países en el mundo, porque no importa lo que pase, ahí estamos, la seguimos remando aunque nos puteemos y no estemos de acuerdo en nada. Si hace falta, ahí estamos, hombro con hombro, solidarios y generosos y después de la tormenta, seguimos adelante a los gritos y discutiendo, pero si hace falta…estamos.
Aprendí que vivimos en un país en el cual esa amistad y espontaneidad de “che, estás? Paso a tomar unos mates”, así sin agenda ni cita previa, eso…, es lo que nos hace únicos.
Este fue el año de la amistad, de la familia, de esa que es de sangre pero sobre todo, de esa que uno siembra y elije a lo largo de los años, fue el año donde más crecí profesionalmente, pero sobre todas las cosas como ser humano.
Este fue un año difícil, pero aquí estoy, cansada y mucho, satisfecha, más viva que nunca y sobre todo más agradecida que nunca.
A todos aquellos que formaron parte de este año quiero decirles GRACIAS, así con mayúsculas, quiero decirles que agradezco a Dios cada día por haberlos puesto en mi camino, porque cada paso que di a vuestro lado, hizo de esta travesía algo épico e inolvidable, han enriquecido mi vida de maneras que son imposibles de imaginar. Me han llenado el alma, el corazón, la vida.
Así es que gracias por cada paso, por cada abrazo, por cada llamada, por cada momento compartido, de lejos y de cerca. Gracias por existir y vamos por otro día a día, dando lo mejor de nosotros mismos y compartiendo el alma, en este presente continuo llamado vida.
Salud! Y muy feliz año a todos. Que Dios los bendiga.
Mercedes Mayol
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