No soy buena persona, no por
naturaleza al menos, sin embargo lo intento. Si hay algo que se, es que no me
rindo fácilmente, lucho y me desgarro más a menudo de lo que me gustaría
admitir, intentando que esta bondad elegida a conciencia no se troque en
estupidez y que esa tentación que existe y persiste de querer destruirlo todo
no llegue a la superficie. Esta elección
no debe tomarse como una virtud, no, es más bien cobardía. He visto la maldad
muy de cerca, respiró en mi boca con su hálito caliente y putrefacto y a poco estuvo de devorarme. La he visto
destruir muchas cosas que amaba e incluso destruirse a sí misma. Le he temido
desde entonces y a la hora de decidir de qué lado quería estar, siendo una
adolescente, elegí el de la bondad. Fue
estúpido de mi parte creer que sería fácil, nunca lo fue. Se debe lidiar con el
egoísmo de uno en primer lugar, con las miserias e injusticias propias y
ajenas. Con los años, he llegado a comprender que cuando creo tener la fuerza y
bajo la guardia, algo te clava los dientes en la yugular. Es fácil ser bueno
cuando todo está bien, pero cuando algo lastima, ah…cuando algo lastima…es el
momento más difícil. Ver de frente el egoísmo y maldad solapada del lobo
disfrazado de cordero desgarrando la carne y destrozando el corazón, la
confianza, usando a los que amamos de rehenes, usando esa bondad intermitente conseguida a fuerza de lucha y perseverancia
en contra de uno. Sí, ese es el peor momento, ver y verse pasar frente a un espejo sin la
armadura, sin la máscara como realmente somos y aceptar que en ese momento, se
desea profundamente la venganza. Mis colmillos son largos, mis uñas se ven como
garras ante momentos así, y el esfuerzo que debo hacer para decidir no usar esa
oscuridad, agota todas mis fuerzas y me cuesta levantar los restos que quedaron
regados en medio de la desilusión, para volver a elegir luchar en nombre de la
bondad. En esos momentos me asaltan pensamientos recurrentes: Sería tan fácil, tan sencillo, tan rápido…Ojo por ojo, quid pro quo…La venganza es
un plato que se sirve frío, Siéntate
en la vereda y ve pasar el cadáver de tu enemigo, y mi favorita, Todos lo hacen ¿por qué yo no?, si pudiera yo…y es ahí donde me doy cuenta
de que sí, podría y puedo liberar al monstruo, la venganza, el odio, la
sinrazón, el egoísmo en su estado más puro, puedo y vuelvo a aquel momento en
el cual tomé una decisión, no sin antes mirarme nuevamente en el espejo para no
olvidar que puedo ser eso que no elegí. No soy buena, no por naturaleza, trato
de serlo.
He descubierto con el tiempo que
la bondad se paga a diario, cuesta y mucho, pero la maldad, esa, se paga pronto
y a la larga siempre duele, a veces con sólo mirarla.
Diría Sartre: Somos lo que
hacemos con lo que hicieron de nosotros.
Yo elegí no seguir la inercia,
luchar contra ella, y por ahora, aunque a veces se me escape un zarpazo y un
hilo de maldad por la comisura de los labios, sigo eligiendo la bondad. No
siempre gano, es cierto, pero cuando lo hago, la ganancia, es toda mía, y las
cicatrices, también.
©Mercedes Mayol
Intentando comprender la avaricia
y el egoísmo
Jueves 2 de noviembre de 2017
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