Quizás lo más difícil fue darnos cuenta, de que el viento no
siempre sería una brisa cálida.
Como la de aquel verano bajo los álamos donde nos
reconocimos. Donde el calor acompasaba las miradas encendidas de curiosidad y
deseo, y el sabor de las uvas maduras nos impregnaba la boca lacrando nuestros
besos con almíbar. Donde nada importaba, salvo aquellas caricias, nuestros
cuerpos desnudos al sol, el hambre voraz de los amantes perdidos, presumiendo a
la soledad la compañía del olvido.
Y ahora…
La arena cae despacio, llena de a poco la copa prístina del
tiempo. Él contesta mails, frunce el ceño, palpita, pero no humedades
almibaradas, no. Palpita desiertos interminables de silicio, fríos, gélidos
como este viento que se aleja…nos aleja, nos esparce, nos desgrana en este mar
craquelado de rutinas, en este paisaje de solitarios olvidos.
Quizás lo más difícil fue darnos cuenta…
©Mercedes Mayol
Copyright Buenos Aires
30 de junio de 2013
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