El cuerpo yace en la vereda en
medio de un río de sangre. …las luces de las ambulancias, los gritos…las
sirenas…¿Cómo comenzó el día?...ah..si…ya me acordé, la reunión.
Salgo de la clase, apurada por
llegar y me pregunto a que viene tanto apuro si todos los años es lo mismo, ya
ni se para que voy, pero voy. El estacionamiento de la facultad esta casi
desierto, hoy hubo otra marcha en Plaza de Mayo y casi todos fueron para allá.
No se ni para que vine a dar la clase, éramos tres gatos locos. La chica del mechón
rubio que se dormía en su asiento y la flaca de anteojos de la cual nunca me
acuerdo el nombre. La verdad que no se para que vine, ni siquiera se para que
voy.
Hace calor, se me corrió la
media, menos mal que siempre llevo unas de repuesto en la guantera. Miro hacia
los lados, solo esta el tipo de la garita que mira el noticiero de las 9 en la TV,
creo que se llama Ernesto, ¿o Ernesto era el otro?. Abro el auto, me siento en
la butaca y me saco las medias rotas. Estiro la mano y agarro el paquetito de Cocot
con las medias de Lycra. Siempre el mismo color, Tostado. Tengo la piel blanca
en todo el cuerpo, pero las piernas “Tostadas” como si hubiese ido al Caribe la
semana pasada.
Voy por Alcorta, el tráfico es el
de siempre, a paso de hombre se dice, cuando un hombre podría correr. Nunca
entendí esa expresión a medias, como mis medias tostadas. Son casi las 10
cuando encuentro un lugar donde estacionar, no se que manía tienen de
encontrarse en Belgrano, todo por que allá nos reuníamos cuando éramos adolescentes,
como si el tiempo se hubiese detenido en ese bar donde nos rateábamos y fumábamos
Derby para parecer mas grandes. Ya están sentadas y charlando. Camino hacia
ellas, están sentadas en las mesitas de afuera, por suerte hace calor, la mayoría
sigue fumando, claro que no los Derby, son re grasas diría Malena. Las saludo a
todas con un beso, siempre en la mejilla izquierda. Malena está comiéndose las
uñas como siempre, Mariela hablando por
su Blackberry, haciendo gestos con las manos y caminando de un lado a otro.
Seguro discute con su esposo, el ultimo de la lista por que ya perdí la cuenta
de cuantos tuvo. Susana con la mirada perdida en la llama de la vela que hace
de centro de mesa, pensando en la ultima novela que esta leyendo, enamorada de algún
personaje imaginario que la vendrá a rescatar de su patética vida. Odio este
lugar, no se por que nos reunimos acá, no se por que nos reunimos. Me siento y
le sonrío a Paula que tiene la boca como la de Angelina Jolie, pero sin el
resto del cuerpo de Angelina Jolie. Para estas alturas ya esta irreconocible,
sino fuera por la flor roja que tiene tatuada en el hombro izquierdo…¿será por
eso que siempre beso en la mejilla izquierda, por culpa de la flor de Paula?.
Me duele la cabeza. Me duelen las piernas, la espalda, los ojos de mirarlas y
mirarme. Cada año igual, casi puedo adivinar la charla que tendremos, las
palabras que diremos, los gestos de falsa complicidad, donde nadie dice nada
pero al mismo tiempo se ve todo. Mariela cuenta su ultima aventura, es la que
mejor está de todas, al parecer este es el marido numero siete, como Los siete
locos de Arlt “Ya alcancé a Elizabeth
Taylor” dice bromeando, y todas nos reímos pensando que chiste idiota…pero nos reímos. Otra vez la complicidad. Malena
la mira con admiración o es envidia?. Susana habla de las Indias Blancas de
Bonelli, dice algo de un viaje al sur, quizás se quede a vivir allí, como si el
indio que sueña la estuviese esperando. Paula
saca un esmalte de su cartera Gucci y se pinta las uñas de rojo, tiene una obsesión
con el rojo. No habla mucho, quizás por que de tanta cirugía ya no puede
modular bien o quizás sean los braquets que le traban la lengua y bendicen mis oídos
dejándola muda. Todo está igual, nada cambia, relleno un espacio de incómodo
silencio con mis últimas vacaciones en Roma. A nadie le importa la iglesia del
Quo Vadis, ni las callecitas redondas, ni el Mercadillo de antigüedades, solo
venimos para chequearnos a nosotras mismas. Esta está peor que yo…o yo estoy
peor que ella. Mas silencios, mas rellenos hasta que Mariela mira su Blackberry
y dice que tiene que irse por que sino se va a tener que divorciar…otra vez y
se ríe a carcajadas. Todas reímos y aprovechamos el chiste como excusa para
irnos. Llevo a Malena en mi auto, vive con su madre a dos cuadras de mi
departamento. Guardo el auto en el garage, subo el ascensor y abro la puerta.
Saldivar, mi gato de angora me mira desde el sillón. Tiro la cartera sobre la
mesa me saco los zapatos.
El cuerpo yace en la vereda en
medio de un río de sangre. …las luces de las ambulancias, los gritos…las
sirenas…veo a Mariela abrazando a Susana, ¿como llegó Susana hasta acá? Me
acerco a Paula, viene caminando hacia mi, le pregunto que pasó, le doy un beso
en la mejilla izquierda…pero no me ve, pasa a través de mi y se abraza a Susana
y Mariela.
©Mercedes Mayol
Copyright Buenos Aires
25-10-2012
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