Uno cree a veces que todo comienza en el momento en que nacemos, como si el pasado dependiera de nuestra conciencia del mundo, como si el resto de los mortales existiese solo por que podemos verlos.
Aletargada en el silencio, mora mi alma empobrecida y sutil como las briznas que desprende el viento. Suave y etérea susurrándome al oído las estrofas de una vida de milagros y glorias. Mientras tanto yo, absorbida por los fútiles reflejos de un espejo roto, espío a través de una grieta las miserias que conducen las derrotas.
Es curioso verme a veces sumergida en el silencio, suplicándole al destino que anegue mis memorias para no pensar en los monstruos que me esperan detrás las esquinas de un futuro incierto.
Ah la incertidumbre, la inseguridad y el desasosiego nos dejan indefensos en medio de los mares, azotados por los vientos del temor y la duda.
Pero aquí comienza la batalla, aquí mi alma se altera y revela ante ese temor irreverente que ataca los muros de mi fortaleza.
Día a día lucho con mi sombra, con esa que intenta devorar mis sueños, rociando con las gotas de mi suave voluntad la parcela inerte que reseca las ilusiones que con tanto esmero mi alma siembra en el camino.
Soy mujer, y como tal mi fortaleza se alimenta del sacrificio, criatura de frágil corazon y fuerte espíritu. Del dolor crea mi fortaleza, de la sombra se construye mi orgullo.
Quien soy y de donde vengo es el secreto que permanece sellado ante los Dioses de la aurora. Estaré aquí por un breve instante de eternidad, luchare en los campos sembrados del olvido, venceré, caeré, mas no me detendré, pues esta fracción de tiempo que me ha sido concedida es mi don y mi condena y de ella sacaré el mayor provecho.
Robare a los Dioses las oportunidades que esconden tras las alas temblorosas de la aurora y arrancare de mi piel sin compasión las escaras de la soberbia y el desatino. Y al final de la jornada gritare al viento para que lleve mi mensaje a los guardianes del destino…Ave Cesar…los que vamos a morir te saludamos pues solo muriendo en la dócil complacencia, viviré para ver el amanecer que tus ojos devoran en este sueño perezoso y eterno en el que a veces y solo a veces podemos vislumbrar el sendero al que llamamos vida.
Mercedes Mayol
en el silencio de la noche
17-08-2011
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