jueves, 26 de abril de 2012

Presente...

Posted by Mercedes Mayol 0:02:00

El sabor del café mezclado con el aroma fresco de la hierba húmeda…
La prisa dibujada en esos pasos que acarician la acera
El cielo plomizo
La lluvia cayendo sobre mi rostro
El sordo murmullo de la gente recorriendo su diario sendero
El presente despierta los gritos atrapados en la piel que habito
Los naufragios indolentes de mi esencia
embistiendo los vestigios de esta pasión que se agita en mi sangre
mas las huellas en la arena que se borran con el tiempo
un escorpión yace en la alas del olvido
acaricio su espalda y el aguijón se hunde en mi piel
Sutil veneno …
Astuta quimera…
Espejismo mortal…
Seducción absurda…
ah..naturaleza aciaga de turbios reflejos…
de pies arcillosos…de Dioses y faunos
de rebeldía insomne
de vientres vacíos…
despiertan la sed una piel temblorosa de sudores tibios
el saberme humana, el sentir el frío, el fuego, la hoguera, la luna y su sino
Hoy…abrazo la espada
me pierdo en su brillo...
la hembra y la dama…
la piedad y el castigo
el golpe brutal de saber que existo...
que río
que lloro
que ansío y que vivo…
violenta, serena, tempestad…desatino
perdida en la vida…
encuentro el camino…

©Mercedes Mayol
Copyright 25/04/12

lunes, 23 de abril de 2012

Tibio amanecer

Posted by Mercedes Mayol 14:24:00

Adoro como entras en mi boca por las mañanas,

Envolviéndote en mi lengua,

Reptando suavemente hasta mi garganta,

Humedeciendo mi cuerpo con ese aroma que solo lo salvaje de tu esencia puede despertar en mi

Me dejo atrapar por las miles de sensaciones con que recorres mi sangre

Cada vez que mis manos cubren tu calidez

Irresistible vicio

Dulce pecado…

Oscuro compañero de mañanas somnolientas

Eres lo primero que mi boca reclama al despertar

Lo que busco en esos instantes en que la soledad amerita un toque de tu piel morena

Para saborearte despacio, mientras mi alma se desliza en esas páginas blancas…

Cómplice de secretos, de historias y silencios

Mis manos cubriendo el calor del blanco velo que cubre tu sangre ardiente

En esta fría mañana, aun envuelta en sábanas blancas..

Bebo despacio…cada gota de ti…

mi adorado café…

©Mercedes Mayol

Copyright 23/04/2012

martes, 10 de abril de 2012

Sería tan fácil...

Posted by Mercedes Mayol 20:34:00

Sería tan fácil…

Entraron al viejo caserón de Palermo, la mujer de blanco los hizo cruzar el amplio parque donde el agua parecía un espejismo en medio de un oasis de níveas estatuas de mármol apenas iluminadas por los rayos de una luna que moría con la fútil promesa de volver a renacer.

Ella vio su imagen detrás de los vidrios, sentado en aquel amplio sillón de cuero negro, su largo cabello y unos ojos que supo profundos como un mar de verdes esperanzas. Los recibió con una sonrisa y saludó a uno por uno hasta quedar frente a ella, midiendo cada paso. Su rostro era como el de un ángel torturado, su piel tan blanca como la de las estatuas que custodiaban celosamente su jardín. Los invitó a sentarse, mientras la mujer de blanco servia unas copas de vino que ella rechazó, pues no bebía, al menos no alcohol. Solo agua, simple agua. La mujer se retiró y el se acomodó en el sillón, ella lo observó cuidadosamente, otro ángel caído…otro abismo extraordinario.

Comenzaron las negociaciones en las cuales no participó, pues su voz estaba oculta bajo el manto de un solo pensamiento. Sería tan fácil…

Se hizo un silencio que tardó en reconocer, una pausa de esas que solo suceden ante una pregunta suspendida en el tiempo.

- Es mi jardín- dijo el y señaló las pinturas que estaban a su alrededor colgadas en la pared.

Ella asintió, mirando los rostros de aquellas mujeres atrapadas en el lienzo. Sus rostros perfectos, su piel lacerada, como pétalos de rosas sin aroma, supurando espinas y rocío. El tomó su mano, ayudándola a levantarse y ella se dejó guiar dócilmente por aquella galería de rostros extraños y a la vez tan conocidos. Cadenas, espinas, la dolorosa belleza de una prisión de sentidos teñían las paredes cubiertas de hastío.

El se detuvo junto a la luz, y antes de que su mano levantara delicadamente su barbilla supo exactamente que diría.

- Quisiera pintarte…

Esas palabras…otra vez…Sería tan fácil perderse… y entonces agregó..

- Pintar tu tristeza…

Ella cerró los ojos, quizás para no llorar o para retener aquella sed de caricias que yacía temblando en su vientre…Seria tan fácil…dejarse llevar, cambiar el dolor de la ausencia por otro mas real, por un dolor espeso y gris, pero tangible…dejarse envolver por los hilos filosos de esa dulzura que envenena…sería tan fácil…dejarse caer en esos brazos o en cientos de ellos…olvidar todo, dejar de sentir…una vez mas…solo un paso mas hacia el abismo.

Ella no contestó, la manzana crujió entre sus dedos y el sonrió, alguien le preguntó algo y ella comenzó a hablar despacio, pausadamente, acompasando su voz con la voz de el, enredándose en un juego que ambos sabían jugar muy bien, un juego de inteligencia y sensualidad tan antiguo como cercano. Se vio a si misma y se alejó. Se paró frente al ventanal y miró los rostros de aquellas estatuas, mientras las mujeres en los lienzos susurraban el dolor…si, ella sabia cual era el lenguaje, conocía aquella intensidad, por eso estaban allí, por que el no era como los demás…su intensidad…su inteligencia…su voz y su apariencia de niño torturado…Sería tan fácil perderse…otra vez…en otras alas…Su mirada fue mas allá de aquel jardín…mucho mas adentro y profundo, hacia aquel lugar donde la soledad se encontraba prisionera de su propio abrazo…las voces se alejaron y pudo sentir el calor de su cuerpo junto al suyo, esperando la respuesta que emanaba de ella, y aquel calor, ese calor que ella deseaba sentir con desesperación en su piel sedienta de afecto y caricias. Su cuerpo se estremeció.

Si, sería tan fácil perderse...un breve instante de doloroso placer y otro abismo de esperas y ausencias...otros sufrimientos, otras pieles, otro aroma almizclado que la sacara una vez mas de aquel exilio voluntario…Si, pensó…sería tan fácil perderse…

La manzana volvió a crujir una vez mas entre sus dedos. Se giró para ver su hermoso rostro, su negro cabello caía descuidadamente y lo hacía ver como un niño lobo…

Le sonrió con tristeza, sabiendo que el también conocía su dolor, que era como ella otro habitante de las sombras, un fugitivo de si mismo subido al pedestal de sus deseos y batallas ganadas por las pérdidas.

Ladeó su cabeza con suavidad y se acercó lo suficiente como para que el sintiera el frío aliento de su alma mientras susurraba en su oído…

- Lo siento…yo cultivo mi propio jardín de rosas muertas.

El sonrió a su vez con aquella verde mirada enmarcada por el asombro de saberse reflejado y desnudo ante otro ser. Su ceño se frunció y una brisa de dolor tinió su rostro por un breve instante. Pero era un sobreviviente, como ella, como otro antes que el. Se recompuso, tomó su mano, la besó con delicadeza y dijo con aquella suavidad cargada de significados y anhelos.

- La espera, valdrá la pena …

Ella se fue dejando a los demás y mientras sus pasos acariciaban las calles desiertas de una ciudad silente y susurró para sí…

- Si…sería tan fácil perderme…si no supiera que ya, me encontraba perdida…

Y supo que jamás volvería…

©Mercedes Mayol

Copyright 10-04-2012


lunes, 9 de abril de 2012

Carta a una princesa hechizada...

Posted by Mercedes Mayol 14:36:00

Ey…despierta!!

Que hoy quiero susurrarte algo al oído. Es un secreto que debe ser guardado en un lugar cálido e inmenso como es tu corazón.

Escucha con atención, y no olvides ni una sola palabra de las que voy a decirte.

Mírate al espejo y dime que ves…no lo sabes pues hoy no puedes ver si quiera tu reflejo verdad?

Pues yo te diré lo que veo:

Eres un ser hermoso, único en su naturaleza, irrepetible…no existe ni existirá nadie como tu, Dios es el mayor creativo del universo y no hace copias en serie, ha hecho un milagro y ese milagro eres tu. No lo descuides ni lo menosprecies, aunque hoy no puedas verte, créeme, si comienzas a amarte como Dios te ama a ti, podrás amar a otros y en su reflejo verás esa belleza que hoy te es velada.

Toma decisiones, no temas equivocarte o fallar, de eso aprenderás, con eso te fortalecerás, y si las cosas no salen como esperabas, acepta la frustración pero no te sientas menos o enojada. Dios nos suele proteger de nosotros mismos y siempre lo que vendrá será lo mejor para ti, por eso valora los golpes y el dolor, pues de ellos aprenderás quien eres.

Nada es por que si, solo que nuestra visión es tan limitada como la de una hormiga frente a tu propio zapato. Aprende a esperar sin desesperar, si lo haces veras la magia del bosque que se oculta tras el árbol que nublaba tu mirada.

Escucha las críticas con atención, no levantes los escudos o la espada para defenderte, recuerda que tu peor enemigo reside en tu interior. Aprende y acepta que quizás existe algo que no puedes ver y Dios te está regalando la posibilidad de crecer.

No pierdas tu valioso tiempo en pensar si puedes o no hacer algo, solo inténtalo poniendo en ello lo mejor de ti misma. Lo único que depende de ti es el amor y la belleza de ese intento.

Elimina de tu vocabulario las palabras difícil e imposible, y recuerda siempre que aquello que no intentes, te ahogará en el mar del miedo y de la frustración.

No juzgues a los otros con severidad, recuerda siempre que lo que estas viendo de ellos, es solo un instante, el instante presente y no su vida completa. Nadie es perfecto y tampoco lo eres tu.

Cuando exijas a los demás, pregúntate antes, si tu misma serías capaz de dar lo que pides, y de ser así, recuerda que solo se puede dar aquello que se tiene.

Si alguien te engaña o te lastima, en verdad te está haciendo un favor, pues te muestra con sus actos que no es quien merece estar a tu lado. Agradece la posibilidad de poder verlo y desea que su vida sea bendecida por Dios, pues desconoce el daño que se hace a si mismo.

No sustentes tu valor en los títulos que ostentas o en tu frágil belleza, de nada sirven si en tu alma no existe la compasión, la integridad y el amor hacia otro que no seas tu misma. Cultiva otro tipo de inteligencia y alimenta tu belleza interior, la física desaparecerá con el tiempo… la otra es eterna e inmortal.

No temas a los cambios, acéptalos con alegría, pues son los cimientos de tu crecimiento y tu personalidad.

No te compares con otros, pues no importa cuanto intentes parecerte a ellos, eres única e irrepetible y no lo lograrás pues eres un milagro de Dios, acéptalo y agradece el don de ser tu misma que el te ha concedido.

Cuando hagas algo mal, no te agredas a ti misma con expresiones negativas, corrige lo que has hecho, si debes pedir perdón, hazlo, aprende del error y sigue adelante.

Agradece cada día por estar viva, sonríe aun si no deseas hacerlo, pues esa sonrisa entibiará el alma de otro y créeme cuando te digo, que la tibieza del alma es contagiosa y se reproduce a la velocidad de la luz.

Cuando te sientas mal, oblígate a mirar hacia fuera, mira el mundo que te rodea, y comprenderás que tus lágrimas solo componen una ínfima parte de un mar de sufrimiento de otros y que tu dolor te impide ver.

Crece, sueña y realiza cada acto de tu vida con el amor y la devoción que sentirías al saber que aquellos a quienes dices amar, dejarán de existir en el atardecer de este día…

Y nunca, pero nunca olvides…que eres un milagro de Dios, no te sueltes de su mano y podrás escuchar en tu pecho, los suaves latidos de su corazón.

©Mercedes Mayol

09-04-2012

domingo, 8 de abril de 2012

La princesa y el rayo de Luna

Posted by Mercedes Mayol 4:15:00
A mis hijos, de los que me siento la madre mas orgullosa y afortunada del mundo, por el amor, las enseñanzas y el sentido que le dan a mi vida cada día desde que Dios me ha concedido la gracia de traerlos a mi lado.

Cuenta la leyenda, que hace mucho mucho tiempo, en un reino muy lejano, nació una princesa llamada Victoria. Podría creerse que esta era una ocasión feliz, pues en todos los reinos, lo sería. Mas no fue así. Su madre, la reina, provenía de un linaje de reyes, sobre los cuales había caído un hechizo de bruma gris.
De modo que, al nacer la princesa, la reina hizo lo mismo que habían hecho con ella y con su madre antes que ella, y con su abuela antes y así.
Tomó a la princesa recién nacida, la cubrió con una tela de seda, la envolvió con fuerza, y la dejó en su cuna gris. Esta envoltura, simulaba un abrazo que la reina no podía dar, pues no conocía los abrazos, por que habían sido borrados de la memoria de la familia hacia muchos siglos.
Pero la tela, no cubría la necesidad de calor de la pequeña princesa, de modo que hizo lo mismo que la reina antes que ella y que su abuela antes que su madre…la pequeña princesa…lloró…La reina entonces, repitió el mismo ritual que las generaciones anteriores habían celebrado. Cubrió su boca con un velo de sombras y su voz se acalló.
La princesa creció, y cuando pudo caminar, fue llevada a una torre en el extremo sur del palacio. Allí, se le enseñó a leer, bajo la tenue luz de las velas, pues no había ventanas que dejaran pasar la luz del sol. Dejaron a su alcance muchos libros, los cuales la princesa leía con devoción, pues era lo único que el hechizo no había alcanzado a marchitar del linaje de los reyes. La luz de las velas, era muy poca y con el tiempo sus ojos comenzaron a fallar, pero quiso Dios, que siempre cuida de las princesas tristes, que una gran tempestad se desatara en el reino, y fue tal su fuerza que abrió una grieta en las paredes de la torre y por esa pequeña grieta, de vez en cuando se colaba un rayo de luna, que no alcanzaba para que la princesa pudiese leer, pero si para que su imaginación se aferrara a las hebras de esa luz derramando un poco de calor en su triste corazón.
El tiempo pasó y la princesa creció y a los 18 años, como todas las reinas antes que ella, su madre la desposo con un rey de su mismo linaje y le cedió el cetro de la tristeza y la desolación y se retiró a la cueva de la soledad a la que todas las reinas iban al renunciar a su trono.
La princesa entonces, se convirtió en reina, y cargó con aquella corona de hierro que era muy pesada, de modo de que cuando nadie la veía, allí en su mas íntima soledad, se la sacaba para poder descansar.
Los nuevos reyes, tuvieron un hijo, un príncipe al que llamaron Omar, de bella sonrisa y gran corazón, que pronto comprendió que su futuro estaría marcado por el mismo destino que el de los reyes, quizás tuvo esa conciencia por que su madre había sido alcanzada por aquel rayo de luna, o quizás no, y fue así, que una mañana despertó con un fuerte deseo que se apoderó de el, un deseo ferviente de conocer otros reinos, otras vidas y se fue a recorrer el mundo.
Tiempo después, los reyes tuvieron una hija, a la cual llamaron Belen. Pero a diferencia de su madre, la reina, quizás por que aquellos rayos de luna habían entibiado su corazón y sembrado esperanza, no hizo el ritual de la seda ni la llevó a la torre del extremo sur del castillo.
La pequeña princesa, tenía una peculiaridad, y es que a diferencia de las princesas anteriores, sonreía, pero la reina no podía verla, pues desconocía lo que era una sonrisa, pero la amaba tanto que a pesar de no comprenderla, la dejaba ser libre.
Un día la reina deambulaba por los pasillos del palacio buscando un nuevo libro que leer ya que el peso de su corona era cada vez mas agobiante y sus ojos cada vez mas ciegos y sabiendo que perdería pronto la visión y su cuerpo no resistiría la pesada carga, trataba de leer lo mas que podía, para recordar, cuando fuese exiliada a la cueva de la soledad, aquellas historias que tanto la calmaban.
Fue entonces que lo vió por primera vez, y no logró comprender al principio de que se trataba. Estaba detrás de una pesada puerta de hierro, que siempre había estado cerrada, pero, quizás por accidente o por descuido, en ese instante se encontraba abierta. Entró sigilosamente, y se acercó a el. Estaba sucio y opaco. Al principio creyó que se trataba del marco de un viejo cuadro de aquellos que siglos antes, cuando el hechizo cayera sobre ellos, se arrancaron de las paredes del palacio. Pero, al acercarse un poco mas y mientras un rayo de luna entraba por la ventana, se reflejó en el, era una imagen borrosa, pero no lo suficiente como para que le pasara desapercibida. La reina tomó el borde de su manto y limpió la plateada superficie y lo que vió en aquella imagen, la dejó asombrada. Una bella mujer se reflejaba en aquel espejo, pues eso era lo que había encontrado, un espejo. El único espejo que se había salvado en todo el reino y había estado oculto bajo sus narices durante siglos. Sus ojos comenzaron a cobrar fuerzas, y a medida que mas se observaba, mas claro podía ver.
Se quedó largo rato mirando el reflejo y decidió que ocultaría ese descubrimiento solo para ella. Cada día volvía a la habitación, limpiaba con su manto la superficie y se quedaba algunos momentos contemplando su belleza, reconociéndose a si misma, pero esos instantes se fueron haciendo mas y mas largos, hasta que la reina dejó de atender sus deberes y hasta se olvidó de su hija. Cuando el rey descubrió donde era que se ocultaba la reina durante los largos períodos en los que desaparecía misteriosamente, quiso destruir el espejo y fue entonces, que la reina tomó la decisión. Dejó su corona de hierro sobre el lecho real, tomó el espejo y a su hija y huyó hacia el bosque.
La pequeña princesa jugaba sola durante horas, y la reina fugitiva limpiaba la superficie del espejo con devoción. Le hablaba a su reflejo y le contaba las historias que había leído durante tanto tiempo. Pasaron algunos años y quiso Dios, que siempre se encarga de cuidar a las princesas tristes, que un mago de oriente pasara por allí.
Vio a la reina triste atrapada en su reflejo y a la pequeña princesa jugando solitaria en el bosque gris. Se acerco a la reina quien apenas volteó su cabeza para mirarlo, y le susurró unas palabras al oído. Luego, se acercó a la princesa y le dijo…
Pase lo que pase, nunca dejes de sonreír. Tomó una rama de roble y volvió adonde se encontraba la reina, besó su frente, levantó la rama y rompió el espejo en mil pedazos. La reina gritó horrorizada y el dolor oprimió su gris corazón. La ira se apoderó de ella y hubiese querido golpear al mago, pero algo en su mirada la detuvo.
El mago se fue y la reina se quedó con la princesa y su dolor.
Sus ojos se cubrieron nuevamente de bruma, su corazón se congeló y el manto de la ira y el dolor cubrió su alma por completo.
La pequeña princesa, miraba a su madre y sufría en silencio a su lado, pero recordaba las palabras del mago…pase lo que pase, nunca dejes de sonreír. Y quizás por que su corazón era bueno y puro y por que en ella habitaba el don de la esperanza, así lo hizo.
La princesa jugaba con su madre, aunque la reina no sabía lo que hacía, pues nunca había aprendido a jugar. Sonreía frente a ella aunque la reina no comprendía el significado de una sonrisa, acariciaba su rostro, aun sabiendo que la reina, nunca había conocido el don del amor, mas nada sucedía. Los ojos de la reina estaban velados por el dolor y las lágrimas y así permanecieron durante mucho, mucho tiempo.
Pero una noche, quiso Dios, quien siempre se ocupa de las princesas tristes, mientras la reina estaba sentada en la puerta de la cabaña donde permanecía ausente y recluida, que mientras la princesa jugaba frente a ella, un rayo de luna se colara a través de la espesura del bosque, iluminando la dulce sonrisa de la niña. El cuerpo de la reina tembló por un instante y un profundo temor se apoderó de ella cuando la pequeña se acercó y con su tibia mano acarició con ternura el rostro de la reina. Fue entonces, que sucedió, la fría capa que cubría el corazón de la reina, se derritió, el velo gris que cubría sus ojos se disolvió y el manto de tristeza y dolor en el que estaba envuelta su alma fue destruido para siempre por el amor de su pequeña hija.
La reina, levantó con torpeza sus brazos y acercó a la niña a su pecho, la abrazó aunque no conocía lo que era un abrazo, la besó con ternura y comprendió por vez primera el significado del verdadero amor. Y fue esto lo que rompió el hechizo que liberó a las dos.
Y es por historias como estas, que yo, aun creo en los cuentos de hadas…
©Mercedes Mayol
08-04-2012
Gracias al mago de oriente, por haber roto el espejo….


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