domingo, 12 de noviembre de 2017

Prefiero olvidar-me

Posted by Mercedes Mayol 13:53:00

Me he olvidado
De cambiar el vino por la sal
El mar por mis escombros
De lamer mí sombra para nadar en tu espanto
Y cifrar los mensajes
Que la borra del café
Esboza en tu lengua
Me he olvidado de quien soy
De quien eres
O solíamos ser
Y confronto
Tus olvidos con mis no recuerdos
Me he olvidado de la crueldad
De amar-te
Inexcusable esta piel
Que se inmola en el sino
Y se convierte en olvido

Alea iacta est
©Mercedes Mayol
Copyright 12 de noviembre de 2018
Photographer Andrea Maino / model: Deborah Parscesepe

jueves, 2 de noviembre de 2017

Si de bondades hablamos

Posted by Mercedes Mayol 0:47:00

No soy buena persona, no por naturaleza al menos, sin embargo lo intento. Si hay algo que se, es que no me rindo fácilmente, lucho y me desgarro más a menudo de lo que me gustaría admitir, intentando que esta bondad elegida a conciencia no se troque en estupidez y que esa tentación que existe y persiste de querer destruirlo todo no llegue a la superficie.  Esta elección no debe tomarse como una virtud, no, es más bien cobardía. He visto la maldad muy de cerca, respiró en mi boca con su hálito caliente y putrefacto  y a poco estuvo de devorarme. La he visto destruir muchas cosas que amaba e incluso destruirse a sí misma. Le he temido desde entonces y a la hora de decidir de qué lado quería estar, siendo una adolescente, elegí el  de la bondad. Fue estúpido de mi parte creer que sería fácil, nunca lo fue. Se debe lidiar con el egoísmo de  uno en primer lugar,  con las miserias e injusticias propias y ajenas. Con los años, he llegado a comprender que cuando creo tener la fuerza y bajo la guardia, algo te clava los dientes en la yugular. Es fácil ser bueno cuando todo está bien, pero cuando algo lastima, ah…cuando algo lastima…es el momento más difícil. Ver de frente el egoísmo y maldad solapada del lobo disfrazado de cordero desgarrando la carne y destrozando el corazón, la confianza, usando a los que amamos de rehenes, usando esa bondad intermitente  conseguida a fuerza de lucha y perseverancia en contra de uno. Sí, ese es el peor momento, ver y  verse pasar frente a un espejo sin la armadura, sin la máscara como realmente somos y aceptar que en ese momento, se desea profundamente la venganza. Mis colmillos son largos, mis uñas se ven como garras ante momentos así, y el esfuerzo que debo hacer para decidir no usar esa oscuridad, agota todas mis fuerzas y me cuesta levantar los restos que quedaron regados en medio de la desilusión, para volver a elegir luchar en nombre de la bondad. En esos momentos me asaltan pensamientos recurrentes: Sería tan fácil, tan sencillo, tan rápido…Ojo por ojo, quid pro quoLa venganza es un plato que se sirve frío, Siéntate en la vereda y ve pasar el cadáver de tu enemigo,  y mi favorita, Todos lo hacen ¿por qué yo no?,  si pudiera yo…y es ahí donde me doy cuenta de que sí, podría y puedo liberar al monstruo, la venganza, el odio, la sinrazón, el egoísmo en su estado más puro, puedo y vuelvo a aquel momento en el cual tomé una decisión, no sin antes mirarme nuevamente en el espejo para no olvidar que puedo ser eso que no elegí. No soy buena, no por naturaleza, trato de serlo.
He descubierto con el tiempo que la bondad se paga a diario, cuesta y mucho, pero la maldad, esa, se paga pronto y a la larga siempre duele, a veces con sólo mirarla.
Diría Sartre: Somos lo que hacemos con lo que hicieron de nosotros.
Yo elegí no seguir la inercia, luchar contra ella, y por ahora, aunque a veces se me escape un zarpazo y un hilo de maldad por la comisura de los labios, sigo eligiendo la bondad. No siempre gano, es cierto, pero cuando lo hago, la ganancia, es toda mía, y las cicatrices, también.
©Mercedes Mayol
Intentando comprender la avaricia y el egoísmo

Jueves 2 de noviembre de 2017
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