
Hay quien dirá que éste es un cambio de ciclo ficticio, que
según éste calendario o aquel, no termina ni comienza un nuevo año. Aun así, es
indudable que en nuestra mente se produce un quiebre, un cruce de fronteras,
una encrucijada en la cual nos detenemos al menos por un instante a revisar lo
vivido y a soñar que después de las 12 todo cambiará y será para mejor. Comemos
las 12 uvas, damos un paso con el pie derecho, rompemos algún plato,...